Por encima del inmenso miedo que nos amenaza, en medio de una gran depresión de todo tipo, se abre un año más el arco iris con el Niño de Belén que está llegando, hecho de corazón, rebosante de amor y de ternura. ¡Que no se emboten vuestros corazones, esperadle! a) Que vuestros corazones no se “emboten” (no se hagan pesados, no se cierren). El tema es el corazón más que la cabeza: Mantener el corazón abierto, tenso hacia la vida, dispuesto a la ternura y al amor limpio. Éste es el lugar del adviento, el principio de la vida, el signo de Dios: ¡Mantener los corazones limpios, capaces de sentir, de mirar de esperar¡ Vivir en dimensión de corazón. Los corazones se embotan por tres cosas, que hemos de tomar de un modo simbólico. 1) Querer tenerlo todo, devorarlo todo, a cosa de los demás, mientras sigue extendiéndose el hambre sobre el mundo. 2) Perder la conciencia atiborrándonos de muchas cosas –drogas en definitiva- y, sobre todo, en el fre